Nos las prometíamos muy felices Babé, Alejandro y yo, cuando, después de dejar al perro en una residencia canina, al llegar al aeropuerto de Sevilla nos dicen que el avión ya había despegado...
¿Qué?
Pues eso, que nos habíamos equivocado en la hora de salida del avión y que nos habíamos quedado en tierra.
Joder.
Empecé a buscar por el aeropuerto alguna compañía aérea para viajar a Londres ese mismo día, pero todas tenían un precio abusivo.
Babé se desesperaba.
Llamé a las chicas de Halcón Viajes con las que habíamos organizado el viaje. Menos mal que son unas profesionales y en menos que canta un gallo nos proporcionaron una solución. Gracias chicas.
Cogimos un taxi para ir del aeropuerto de Sevilla a la estación de Santa Justa. Conseguimos los billetes del tren para ir a Málaga y, como aún quedaba bastante tiempo, fuimos a comer a un VIPs.
En la estación de Santa Justa habían unos chicos vestidos con forros polares (¿a 40º c?) y con chanclas. Estaban promocionando el Nestea Cool. Regalaban refrescos, así que nos tomamos un par.
Nos montamos en el tren y el viaje fue de dos horas y pico (casi tres).
Llegamos a la estación de Málaga y ahí sacamos los tickets de cercanías para el aeropuerto (que en el anterior tren pasamos por delante del mismo pero no hacía paradas).
Nos montamos en el tren. Un montón de guiris por allí, y alguna que otra vieja con las tetas y los morros asiliconados que parecía que estaba cantando el "Only you" (¿se puede saber por qué cojones la gran mayoría de las mujeres se creen que con esos labios "michelin" se creen que están más guapas?).
Bien, llegamos al aeropuerto de Málaga. La expectación por la Eurocopa también estaba allí.
Cogimos el avión bien, aunque este avión se retraso en demasía. Hicimos una cola inmensa, y nosotros éramos los últimos. Ahí empecé a hablar con un chico que se llama Nacho. Es importante en esta historia en el momento en que nos bajamos del avión.
Después de esperar mucho en la cola, como era una compañía bastante, bastante barata, los asientos no estaban numerados y cuando entramos los asientos estaban todos separados.
Hablé con la azafata (que sólo sabía inglés) y le hice ver cual era el problema: Alejandro era la primera vez que iba a volar y quería estar al lado de (al menos) su madre. La azafata hizo una llamada a los pasajeros por si alguien se podía "arrejuntar" de alguna manera. Al final, quedaron Alejandro y Babé juntos pero separados por el pasillo, yo unas filas más atrás.
Cuando comenzamos a movernos, Alejandro empezó a ponerse bastante nervioso e hiperventilaba. La señora que estaba al lado de Alejandro le dijo a Babé que se cambiaba con ella. Ya estaban los dos juntos y después del despegue Alejandro empezó sentirse mejor (incluso los pasajeros de delante y atrás le dieron caramelos). Una vez superada la impresión del primer despegue el resto fue sobre ruedas. Yo me quité del asiento y le di a la señora inglesa (o británica, que no le pregunté su nacionalidad) las gracias y que había sido muy amable de su parte.
Al aterrizar el avión, nos informaron que íbamos a estar en la terminal Norte. La gente soltó algún que otro "ooooh".
En la terminal Norte de Gatwick no está la terminal de trenes. Hay que coger un tren que comunica las terminales Norte y Sur para llegar a la estación (gratuito y que forma parte del aeropuerto). Esta información me fue proporcionada por Nacho. El malagueño al que le pedí que nos guiara porque después de tanto viaje estaba yo ya un poco embotado.
Nos guió muy amablemente hasta la estación. Cogimos el tren de Gatwick hasta Londres (no el express, que era el doble de caro) y llegamos a la estación victoria. Ahí nos despedimos. Si lees esto Nacho, muchas gracias.
Estábamos en Londres. Pero eran más de las dos de la mañana (hora local). Decidí no improvisar y coger un taxi hasta el hotel. Rápido y eficaz el taxista. Y el taxi era tal y como aparecen en las peliculas, con un espacio enooorme en la parte de los pasajeros.
Eso sí, ya no son todos negros. Los había de colores bastante chillones.
Hotelito, duchita y a dormir, que el día siguiente iba a ser intenso.
A ver si mañana puedo terminar lo del viaje, que me está quedando un tocho tremendo.
Besos a ellos, abrazos a ellas (¿o era al revés?).