Jocelyn Thyone no era un buen atleta, ni siquiera estaba entrenado. Sin embargo corría sin parar. Ya sentía que sus músculos empezaban a dolerle. Pero no podía dejarlo. Le estaban dando caza y si lo cogían, lo matarían
- ¡Vamos! ¡VAMOS! - se decía a sí mismo
Parecía que había entrado en un torbellino de aire. Por detrás de él, a lo lejos, ya se oían los ladridos de los perros que se acercaban
El bosque parecía interminable. Las puntas de las ramas de los árboles le herían como dardos
Había nevado hacía poco, pero no había cubierto suficientemente las piedras con las que se cortaban sus pies
Hacía frío, mucho frío, y apenas veía por la gran cantidad de lágrimas que le enturbiaban los ojos
- ¡AAAAH! - gritó. Una de las ramas le atravesó el muslo, y cayó al suelo. Estaba herido y desnudo en la fría nieve
Sus pies estaban destrozados por los cortes y los golpes. Intentó seguir el camino, pero el agudo dolor, y el cansancio, hacían de él una parodia de corredor
Parecía que ya se vislumbraba el final del bosque. Apretó el paso y se encontró ante un barranco. La nieve del fondo parecía mullida
Saltó, y mientras caía se preguntó si realmente la nieve estaría blanda
Se equivocó
Chocó contra la recia nieve como un pedrusco contra un peñasco
Tenía los labios cortados por el frío. La helada Luna llena, lo miraba desde lo alto del estrellado cielo
Había caído en mala postura. Se arrastró un poco, pero el brazo derecho no le respondía, al igual que la pierna del mismo lado
Llegó a lo que parecía la entrada de una cueva. Estaba extenuado, roto, helado
De pronto, "algo" lanzó un gruñido
Jocelyn se quedó inmóvil. Pero fue inútil. De la cueva salió una bestia. Sus colmillos brillaban reflejando la luz de la temblorosa Luna, sus garras parecían de acero, y sus alas hacían que pareciese más grande aún de lo que era
- ¿Qué es esto Dios mío? - lloró Jocelyn
La bestia se le quedó mirando fijamente. Sus ojos parecían que poseyeran fuego. Jocelyn se incorporó un poco. La bestia saltó sobre él, clavándole sus uñas en el costado, y sus colmillos en el pecho. Un borbotón de sangre le surgió hacia afuera
Jocelyn buscó algo con el brazo izquierdo, encontró una piedra y le golpeó con ella en la cabeza. Esta soltó un alarido y retrocedió. Le seguía mirando fijamente mientras daba vueltas frente a él
Jocelyn, sentía como la vida se le escapaba con cada latido que su corazón daba. En sus últimos momentos, ladeó la cabeza. Era curioso como su sangre hacía extraños surcos sobre la nieve
Después de un largo rato, la bestia se acercó. Se cercioró de que estaba muerto y agarrándolo por el cuello, lo arrastró dentro de la cueva donde lo desgarraría tranquilamente
Barranco arriba, ya habían llegado los perros de la cacería. Uno de los cazadores después de haber visto a la bestia llevarse a Jocelyn, dijo:
- ¡Vámonos! La bestia del barranco ya se ha hecho cargo del escapado
- Pero entonces la ley no se va a cumplir. Hay que enterrar al esclavo junto con su amo muerto. ¡Esa es la ley!
- ¿Cómo que no? Traed el cuerpo del amo Choy. Lo lanzaremos al barranco, y los dos estarán juntos en el estómago de la bestia. ¡Así es la ley!
- ¡Y ASI HA DE CUMPLIRSE! - gritaron sus acompañantes al unísono
La ley se cumplió otra vez como se había cumplido desde hacía generaciones
domingo, 7 de octubre de 2007
Esa es la ley
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3 Personas humana han comentado:
Desgarrador, pero realista. Un poco triste, pero me gusta. Y cómo que un esclavo negro tiene nombre de tía y apellido?
¿Negro? ¿Quién dice que es negro?
Excelentemente escrito.... pero terriblemente deprimente. Me gustó el estilo.
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