martes, 3 de marzo de 2009

Bienvenido Mr. Chance (Being there)

La vida es solo un estado de la mente.
Si hubiera que definir con una frase esta película, me quedaría con la única que vale la pena de todas las que dice el presidente de los EE. UU. en el panegírico al final de la misma.

Sí, como podéis comprobar, esta entrada trata sobre cine.

Película del año 1979, con Peter Sellers, Shirley McLaine, Jack Warden y Melvyn Douglas.

Si el nombre de Peter Sellers os evoca a "La pantera rosa", "Teléfono rojo: volámos hacia moscú" o "El guateque" y no habéis visto esta película, desengañaos: no es una película "cómica".

Es una película que llena el corazón, al igual que "American Beauty".

Os cuento un poco el argumento: Un hombre que vive y trabaja en una gran casa como jardinero, se ve en la p*** calle porque el dueño y señor de la misma se muere. Este hombre se dedicaba al cuidado de las plantas de la casa, y no sabe ni leer ni escribir, y lo único con que se "distrae" constantemente es con la televisión. El impacto tanto emocional como físico (al empezar a tener hambre y no saber qué hacer para comer o al ser atropellado por el coche de Shirley McLaine) es bastante fuerte.

No os cuento más para que si podéis la veáis.

Fue una película que me marcó cuando pequeño. No la vi cuando la estrenaron, ni mucho menos. La vi un día por la tele cuando yo tenía veinte o veintitantos años. Recuerdo que casi me negué a ver la película porque las situaciones como las que relata al principio siempre me han resultado bochornosas (no sé por qué). Pero a medida que pasa la película y comienzo a ver cómo las cosas se van "arreglando" me sentía cada vez más atraído por la misma.

La lectura del film (he puesto ya demasiadas veces la palabra película) trata sobre la meta-meta-realidad. A ver si me explico. El espectador conoce desde un principio quién es el señor Chance Gardiner, sin embargo todos en la película parecen tomarlo de otra manera. Solo el doctor, al final tendrá la misma información que nosotros, haciendo que las apariencias (la cena con el embajador es buenísima) sean más fuerte que "la realidad". Al final de la película el espectador se dará cuenta (espoileando un poco, lo siento) que los que estábamos equivocados éramos el doctor y nosotros mismos... O tal vez no.

La película está repleta de religiosidad o magia (llámele usted como quiera): la muerte al principio del "viejo", el jardinero que habla sobre hacer germinar, "la fuerza" (¿Star Wars?) que el viejo hombre de negocios quiere que le transmita, y por supuesto la escena final (que no pienso desvelar, oh no).

Si queréis pasar un buen rato con un "clásico" del cine y que además te levantará el ánimo, no dudes en ver esta película.

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